Hace unas semanas conocimos por las noticias la destrucción de una imagen de Cristo conocida como "El Cristo de Borja", por una devota anciana que pretendía restaurarlo, pues consideraba que la pieza artística estaba en mal estado. El resultado terminó destruyendo la pintura y pasó a ser parte de comentarios de indignación, opiniones diversas y una multitud de bromas que circulan por internet.
El hecho me ha hecho pensar más allá del desastre que significa que alguien sin conocimientos pretenda restaurar una pieza artística. hay muchos "Cristos de Borja" dando vueltas por el mundo, pero desgraciadamento no están pintados en una tela, sino en la mentes y los corazones de muchos creyentes, en las prácticas de muchas comunidades cristianas y en los criterios que muchas Iglesias tienen a la hora de anunciar a Cristo a la humanidad.
La devota señora no es la primera que al mirar a Cristo piensa que la imagen no está bien y decide darle una "retocada" para presentarlo mejor y hacerlo más atractivo. Y el resultado termina siendo igual de triste que el de la pintura. Frente a un Jesús incómodo, que se sale de nuestros esquemas, que rompe nuestras lógicas y nos llama al compromiso, es fácil intentar pintarnos un Cristo a nuestra medida y hacer de ese monigote el objeto de nuestra oración y devoción. Asi es más cómodo, menos doloroso y sobre todo, menos comprometedor.
Por eso, pienso en la necesidad de mantener la imagen de Cristo tal como la presentan los evangelios, aunque algunos detalles no se vean del todo claro, aunque nuestra imagen parezca desencajada en algunos lugares, porque esa es la única forma de mantenernos fieles al Cristo que los evangelios nos transmiten y tantos y tantas han buscado y encontrado a lo largo de los siglos. Si no somos capaces de dejarnos incomodar por este Cristo, tal y como es, sin rebajar sus criticas ni exagerar sus rasgos, sin distorsionar su mensaje o desvirtuar sus palabras, si caemos en la tentación de "mejorarlo" según nuestros criterios, podemos obtener el mismo resultado que la devota mujer: presentar una imagen de Cristo que nadie reconoce y que en el fondo, sólo puede ser objeto de bromas, pero no de seguimiento.
Me permito terminar citando la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual del Concilio Vaticano II, como una advertencia que surge de la más alta esfera de autoridad de la Iglesia católica, como una advertencia para todos los cristianos: "“en el origen del ateísmo pueden tener una parte no pequeña los
creyentes, en cuanto que, por el descuido de la educación de la fe, o
por la inadecuada exposición de la doctrina, pero también por los
defectos de su vida religiosa, moral y social, pueda decirse que más
bien han velado que revelado el verdadero rostro de Dios y de la
religión” (GS 19)
1 comment:
Siguiendo con tu línea ¿cuantas veces borroneamos y repintamos el rostro del Cristo que sufre en nuestros hermanos? Lo hacemos poniendo etiquetas que son un signo de juicio y condena: es un flojo, una prostituta, un adicto, un delincuente... y al mismo tiempo pintarrajeamos nuestra propia imagen en el espejo "Dios mío, te doy gracias, porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros (Lc 18,9-14)". Es más fácil eso que convertirse en instrumento de Dios y en dejarse hacer de nuevo por su Amor. Veo ese rostro pintado en la pared y siento a Cristo que dice: ¿Tú quieres restaurarme? ¡Déjame así, borroso, como los hermanos que no quieres ver! ¿Quieres restaurarme para que me parezca a ti? ¡Morí en la Cruz y Resucité para hacerte como Yo, para darte la abundancia de mi vida!
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